miércoles, 30 de septiembre de 2009

Testimonio de Delma Iglesias de Gardey, salesiana cooperadora


Recuerdo…, estábamos almorzando toda la familia con los abuelos un domingo. Cuando terminamos de comer el postre llega nuestra querida amiga Elsa Di Vito buscando a Perico. Nos explica que habían llegado de Bahía Blanca las hermanas de María Auxiliadora y que querían reunirse para conversar con un grupo de personas, no entendíamos nada. Perico asistió a la reunión y a su regreso nos comentó que en la misma estaban presentes: la madre inspectora Elda Scalco, la hermana Rosita Götte, el padre Vicente Melchior, los señores Gonsebatt, Dos Santos, Pirola, Elsa Di Vito y otras ex alumnas. La Madre Inspectora explicó que el motivo de su visita era formar una comisión de personas comprometidas con la Iglesia, bajo la responsabilidad del padre Vicente Melchior como Representante Legal y contando como consejeras para el apoyo espiritual de las hermanas Rosita Götte y Elba Arangüena.
En el momento de formar esta comisión, decía mi esposo: “todos estábamos sentados en hilera, el último era yo”. Fue entonces cuando la Madre señalando con un dedo dijo: “el presidente es él, o sea el sentado en el último lugar”. De esta manera quedó formada la primera comisión.
Perico en un principio pensaba que se trataba de una cooperadora pero al transcurrir los primeros meses se dio cuenta de que no era así. En esto había mucha responsabilidad y compromiso e invocó a Jesús y María Auxiliadora para que lo guiaran en esta difícil tarea de instalar nuevamente en Pringles un colegio de enseñanza católica.
Se comenzaron todos los trámites solicitados por el Ministerio. La hermana Rosita Götte con la secretaria de la comisión,Sra. Celia de Cimadamore, fueron las encargadas. Como anécdota recuerdo que un día necesitaban urgente una firma de Perico y la hermana Rosita con el Sr. Cimadamore se aparecieron en el campo (estaban esquilando) y terminaron firmando arriba del capot del auto entre el viento y la tierra para no perder tiempo.
Una vez enviado o solicitado, había que viajar a La Plata. Este fue nuestro primer viaje, salimos a las tres de la mañana, el Padre Vicente, Perico y yo. Allá nos esperaban en la Secretaría del Ministerio de Educación. Estuvimos todo el día encerrados en esa oficina, era el primer paso y apurábamos los trámites porque el Ministro debía viajar al extranjero, a tal punto que luego de varias idas y vueltas la Sra. Edith Dumrauf (secretaria del ministro), le llevó al aeropuerto el expediente para que diera su conformidad antes de partir. Nosotros seguíamos en la oficina completando todo lo exigido. Es de destacar la paciencia del Secretario para con el Padre Vicente, él escribía, leía y Vicente corregía absolutamente todo: “esto es así y así”, decía. Con Perico nos mirábamos en silencio, no daba para ningún comentario. Al fin concluimos con todo, bajo la plena conformidad del Padre, nos íbamos contentos, el comienzo del nuevo colegio estaba en marcha.
Para que tengan una idea de las horas que permanecimos allí, les cuento que cuando salimos el buen señor que nos atendió ya no tenía medios de transporte para llegar a su casa. Perico se ofreció a llevarlo y así lo hicimos, quedando su domicilio en sentido contrario a nuestra ruta de regreso a Pringles. Todos los viajes siempre fueron así, en el día.
Comienza la organización: el padre Vicente,Representante Legal,tuvo a su cargo el personal; la comisión, la parte administrativa; la hermana Rosita guiadora, consejera, trabajadora incansable para alentar y llevar adelante esta difícil tarea.
Muchas veces el padre Vicente por estar ocupado en sus diversas actividades delegaba algunas tareas a Perico. En una oportunidad se presentó un problema difícil de resolver, Perico acudió a la hermana Rosita telefónicamente. Ella se encontraba en Saldungaray en la casa de retiro que tenían las hermanas de María Auxiliadora. Planteado el problema la hermana nos invitó a ir a la capilla, delante del Sagrado Corazón nos pusimos de rodillas con los brazos en cruz ( nuestra sorpresa) y la hermana en tono de reto le dice al Sagrado Corazón: “vos quisiste que este colegio siguiera siendo tuyo así que hacete cargo y ayúdanos a solucionar este problema”. Varias veces se repitió esta escena.
Por recomendación de la hermana Rosita, el padre Vicente decidió nombrar otro Representante Legal ya que él tenía la oportunidad de viajar al extranjero y alguien tenía que hacerse cargo. Es así como la designación cayó sobre Perico quien no se pudo negar dada la relación que tenía con el Padre. No fue tarea fácil ya que no estaba preparado para esto, pero con la ayuda del Sagrado Corazón, María Auxiliadora y la hermana Rosita trató de hacerlo lo mejor posible. De más está decir que este cargo siempre fue ad honorem, tampoco se cobraron viáticos por los viajes realizados.
Las hermanas en un principio venían muy seguido, se alojaban en el colegio, después lo hicieron en casa de Luisa Grasso; pero luego las visitas fueron cada vez más cortas, se realizaban en el día, y espaciadas. La hermana Rosita aconsejó invitar a la hermana Elba Arangüena a dar catequesis formativa salesiana. En ese entonces no se contaba con medios de transporte cómodos a Bahía Blanca y dada la edad de las hermanas, Perico las buscaba y las llevaba en el día para que viajaran mejor, tarea que hicimos mensualmente durante un tiempo.
Realizamos dos viajes con el padre Vicente para conversar con las hermanas de la Congregación San José, dueñas del edificio. El primero fue al colegio que tenían en Florida, Buenos Aires, y el otro a Adrogué donde está la casa principal de ellas, con el fin de tratar la compra del edificio. Como el edificio actual correspondiente a la calle Pellegrini era fruto de las distintas donaciones de los pringlenses, creyeron que era conveniente que del mismo se hiciera un traspaso a la nueva asociación. Tras acordar esto, la escribana de la Congregación se llegó a Pringles y en la escribanía del notario Caputti se firmó el convenio que aún sigue vigente.
La hermana Rosita quería a este colegio con toda su alma, fue una gran luchadora para que siguiera adelante; nunca olvidaré sus palabras dichas en momentos muy difíciles y de mucha angustia: “las obras que elige Dios nunca serán destruidas”. Quienes tuvimos la dicha de conocerla y disfrutarla le decimos ¡Gracias hermana Rosita Götte por todo el valioso tiempo que nos regaló! Estoy segura que desde el cielo estará rezando junto al padre Vicente, Elsa Di Vito y Perico por su querido colegio.

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