miércoles, 23 de septiembre de 2009

Testimonio de Elsa Breglia de Llano



Recuerdos como ex alumna medio pupila

Ingresé a los cinco años. Hicieron una excepción, ya que en aquella época se ingresaba a los ocho años. Había religiosas. Mi maestra fue la Madre Valentina. El colegio no era como es ahora. Era más chico. De entonces sólo recuerdo dos compañeras, Delia Ruiz (fallecida) y otra apellidada Luneta, el nombre se me ha borrado. Como yo era muy pequeña me ponían un cajón para alcanzar el pizarrón. Una vez jugando en el patio me caí en el barro, la hermana Ludobica me llevó al cuarto de las religiosas, me quitó el uniforme mojado y sucio y me envolvió en una pañoleta… Desde mis 81 años esa época aparece muy lejana, como una nebulosa. Me veo cruzar la plaza, la de antes, la que parecía un bosque, de la mano de mi papá rumbo al colegio. Muy temprano, luego regresaría a casa a las 17 horas, con los chicos de Jiménez o Arregui, que eran de los mayores y vivían cerca de mi casa. Papá le daba cinco centavos a cada uno y al otro día comprarían los “pirulines” que vendían en el recreo las hermanas. Usábamos uniforme azul oscuro, medias largas y zapatos guillermina de igual color. Los domingos y fiestas de guardar íbamos a misa en una larga fila, yo era la primera luciendo la banda roja de raso, por mi buen comportamiento y asistencia perfecta. Quise mucho a las hermanas y ellas a mí. Quizás porque mi mamá estuvo a punto de irse al cielo y estaba curándose en Buenos Aires, las hermanas sentían ternura por mí.

Como directora

Aunque mi estadía fue breve, resultó positiva. Compartí la parte directiva con Elsa Di Vito. Acepté hacerme cargo a pedido del Padre Vicente Melchior, con la condición que fuera por poco tiempo. Llegué con buena disposición.
Hubo también buena respuesta de todo el personal, tanto docentes como cooperadores salesianos y personal auxiliar. Se trabajó con responsabilidad, amor y compañerismo, condiciones son fundamentales para llevar adelante una tarea en común, en este caso específico: Educar, formar cristianamente para la vida. Mi objetivo fue y será siempre el mandato que Cristo Jesús nos propone por medio de la Iglesia: “Ama al prójimo como a tí mismo”. Es verdad, el amor todo lo puede. Obra milagros. Tengo de este tiempo el mejor de los recuerdos.

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